Y justo cuando el huracán Virginia estaba por destrozar la bahía, el escapulario de Domingo Rojas surtió efecto.
Cuenta la leyenda que Rojas antes de ser Presidente Municipal era un bandido cristero, un asesino que cuando capturaba a un soldado, le preguntaba ¿qué árbol te gusta más? y la persona con más miedo que nada respondía:éste o aquél, a lo que Domingo contestaba amablemente, pues de ése te vamos a colgar ¡hijo de la chingada!
Domingo Rojas era un bandido fuera de serie, antes de colgar a cualquier persona, besaba su escapulario y decía “en nombre sea de Dios” y ponían la soga alrededor del cuello para posteriormente jalarla hasta que el sujeto perdía la vida.
Domingo después de acabarse la guerra cristera, matar a más de un centenar de personas y acumular una fortuna incalculable se estableció en la bahía de “La barra de navidad”, ahí se transformó por completo, ayudó a gente necesitada, fundó una escuela y para seguir fomentando la fe católica construyó una iglesia y él mismo se encargó de traer un cura directo de El Vaticano.
Rojas no era tan malo, de vez en cuando mataba uno que otro cristiano por gusto, pero lo hacía ver como si fuera un accidente.
El día del huracán era el peor que se había visto en la bahía, ni los rezos de la gente, ni el agua bendita lanzada por el cura surtían efecto, las olas sobrepasaban los diez metros, el mar enardecido destrozaba algunas casas, la gente desesperada intentaba huir pero ya no existían caminos por dónde transitar, por lo que la mayoría de las personas del pueblo optaron por resignarse, fue en ese momento de frustración donde apareció Domingo Rojas y en medio de la tempestad, con el peligro de que el huracán acabara con su vida se fue al malecón, tomó su escapulario, lo besó, se encomendó a Dios suplicándole de corazón que salvara al pueblo, lo lanzó al mar que no era más que el infierno disfrazado de huracán, a los pocos minutos la calma empezó a llegar, la intensidad de las olas bajaron su intensidad y todo regresó a la normalidad.
Domingo Rojas pasó a ser considerado un santo para la población, el mismo cura no paraba de dar crédito por lo que hizo, con el paso del tiempo Domingo murió un día domingo de muerte natural, una caída la cual provocó un golpe en la nuca (lo cierto es que un hijo de los tantos que mató, lo asesinó. Lo lanzó de un acantilado y se desnucó, pero ese no es el tema), la gente pidió que lo canonizaran por el milagro del escapulario, después se logró el proceso y pasó a ser un santo como San Ignacio de Loyola, un asesino que se convirtió en santo.
Autor: Ulises Araiza